lunes, 25 de julio de 2011

Sobre la fuerza de la ley

Cuando los seres nómadas se asentaron y formaron sociedad, la regulación para su correcto funcionamiento se delegó a un "jefe". Con el paso del tiempo estas sociedades se complejizaron y crecieron hasta llegar a ser faustosos imperios (metafóricamente, no todos). La cuestión es que ante el ser y no ser correcto o incorrecto algo, desde la centralidad del poder supremo de desición, los altos rangos de la política, forjaron lo que se le suele llamar ley. La ley es, palabras más palabras menos, "algo que debe ser cumplido", "algo que tiene que ser así", por ejemplo, la ley de gravedad, todas las cosas tienden al centro de la tierra, nada, que se sepa, pede refutar dicha ley (menos el centro mismo).
Vemos, no es ningún secreto, que la ley, lo "que debe ser así" es adulterado de su concepción originaria, por lo cual nos lleva o a la negación de la realidad o a la resignificación del término (cuándo no, las dos cosas). Si "lo que así debiera ser", aquel cosmos inalterable, la ley, se pierde, queda entonces el caos, lo que "así no debiera ser", la no-ley.
Entonces, ¿cuál es la forma de permanecer en la ley y no sumirse en el caos? La ley, en principio, no es necesariamente una entidad sacada del común acuerdo, puede ser una legislación puesta "de arriba", por lo que no es aceptada activamente por toda la sociedad. Sí es aceptada pasivamente por quienes no están de acuerdo con ella pero no hacen nada, porque el "no me gusta" se dispersa en el viento como un diente de león, cuando para no estar de acuerdo uno debe ser un león. En sí, la sociedad acepta toda ley, activa o pasivamente.
Mas la sociedad, lamentablemente para algunos y por suerte para otros, no es homogénea, no es toda una, que pueda hacer que todos aceptemos tal o cual cosa sin discordancias, por lo que va a ver, básicamente, gente que esté en contra o a favor, con sus matices, claramente. La sociedad es, naturalmente, una sociedad que se mueve en la ilegalidad ya que la ley no da su imperio con total satisfacción, ya que, como dijimos, no es homogenea la sociedad, por lo que en la sociedad, lejos de la concepción original de "ley", se corrompe todo el tiempo su "imperio". Vemos entonces que no sólo los gobiernos son corruptores de la ley, sino también la sociedad, cosa que también sabemos todos y no es ninguna ciencia.
La sociedad es aquella misma que actúa por miedo a morir, y por eso obedece al poder. El poder, aquel mismo que usa a la sociedad para su propio proyecto y goza de su poder amparado en la ley. Por más que se elija la ley indirectamente, es por medio del poder, y éste a través de la fuerza, con que se hace la política, es decir, el funcionamiento de la sociedad. Poder me refiero a los grupos económicos, entes militares, culturales, etc. Por fuerza a su manifestación. El poder sería la potencia y la fuerza el acto.
Por lo tanto es el poder a través de la fuerza quien controla a la sociedad, y un modo de adornarla es la ley, por la cual se ampara, cambiando, si se quiere, algunas cosas, y no obedeciendo, por otro a la misma. La ley termina amparandose en el humor del poder, ya que este controla a la sociedad.
Es, entonces, función de la ley es obedecer al poder como formalización de su fuerza ante la sociedad, es decir, un agente de control disfrazado de libertad.
Por lo cual, por más que el documento "ley" diga tal o cual cosa, es verdaderamente el poder y su feurza quienes deciden el desenlace de las historias.
También podemos incluir al poder de la fuerza de trabajo y a la fuerza de ella misma, pero justamente a la clase productora se le delega el papel de cumplir con la ley y obedecer al poder y su fuerza. O de otra manera, el prouctor debe cumplir con la voluntad del poder, que es su fuerza.
Y si la ley no estuviera de acuerdo con el interés del poder, acaso esta perdería valor. Por lo cual, la razón de ser de la ley es ser la voluntad formalizada del poder. El imperio de la ley es el imperio del poder.
Pero, ¿por qué acaso necesitaría la voluntad ser formalizada? No sería muy difícil ver que cuando hay un reglamento de fútbol que se cumple los jugadores pueden desarrollarse. En sí la razón de ser de la ley es dar un poco de libertad a cambio de obediencia. Esto es, a cambio de libertad te voy a dar la posibilidad de que hagas tales o cuales cosas para que no venga mi fuerza y te mate. Y sucede que la ley es un calmante para la fuerza productora. Digamos, más o menos la puedo zafar así, ¿para qué cambiar? ¿por qué hacer algo que desconozco si con estas reglas de juego, mal que mal, puedo estar medianamente bien? Vemos que hay un pacto que se da entre poder superior y poder inferior, este es, el superior ordena al inferior y lo controla, y el inferior le da obediencia a cambio de comodidad.
Por lo cual se suma a que el poder de la ley no es solo a partir de la voluntad del poder, sino también a través de la aceptación de la clase productora de la usurpadora de su explotación. Esto es, si hay una ley, esta será para que el usurpador tenga poder, formalizado pero poder en sí, y el productor esté cómodo, porque se hará, medianamente, así y así, según la ley.
Por lo tanto, la fuerza de la ley está dada por el humor del usurpador y la aceptación del productor. Y la ley es la formalización del poder del usurpador y la mediana seguridad del productor en una sociedad que, sin ley, sería anárquica y de un futuro incierto.

domingo, 24 de julio de 2011

Respuesta a Martín

El Sol sale de día,
las estrellas se revelan a la noche,
el agua va de arriba hacia abajo.
Que el Sol salga de noche,
que las estrellas estén en el día,
que el agua suba es, verdaderamente,
el deseo del humano.
Pero sin forzar al otro,
la voluntad se hace,
la voluntad de no voluntad,
el ser del no ser,
todo lo no forzado es lo natural,
lo natural es su propia ley.